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Recuerdos de Sangre - Capítulo 4: Máquinas de matar

  • Foto del escritor: Kyon Andres
    Kyon Andres
  • 11 nov 2019
  • 6 Min. de lectura

La avenida Amazonas a las 23:00 horas lucía desolada, ninguna persona caminaba por ese sector. Lo único que se podía observar con notoriedad era los cuerpos sin vida de los que cayeron ante los vampiros.


De improvisto, un sonido tenue comenzó a cobrar fuerza con el pasar de los segundos. Al final de una calle una figura humanoide apareció. El sonido era de un par de zapatos de taco al chocar contra el frío cemento de la calzada. El viento resopló con potencia que iba al ritmo de los pasos de una figura femenina.


Al pasar por la calle principal se detuvo y cerró su puño izquierdo con ira. Su mente hizo una promesa de destruir a todo ser sanguinario que viera en su camino. Dos horas habías transcurrido desde la llega de los vampiros, su desplazamiento por la ciudad había sucedido de forma acelerada y organizada. Miró a los edificios que lucían desolados, estaba segura debían estar escondidos algunos.


—Esto es extraño —pensó la joven girando su cabeza en noventa grados a cada extremo. —No siento olor a sangre fresca.


Las estrellas brillaban con habitualidad como si el común destino de la Tierra permaneciera intacto. En su mano derecha sostenía una espada de estilo medieval, la cual era larga y de color negro con delicados adornos de rubí verde en el mango de la misma. En ese instante escuchó el crujir de unas hojas a sus espaldas, apretó el mango de la espada con firmeza al instante que regresaba a ver.


—No es prudente permanecer a estas horas con los peligros que acechan en cada esquina, menos para una jovencita como usted —declaró una voz masculina. La chica observó al frente suyo a un individuo masculino de edad avanzada, su cabello corto y blanco mostraban una cicatriz en la parte derecha de su rostro. Su semblante era cálido y por alguna razón, parecía que ignoraba la masacre a su alrededor.

—Maldito vampiro —gritó con ira la joven levantando su espada con fuerza. El individuo evadió el rápido ataque con una ceja enarcada de inquietud


—¡Muere! —gritó nuevamente la joven con la espada en alto. Sin éxito alguno en causarle heridas, era alguien que evidentemente se había enfrentado a una espada con anterioridad.


—Oye chica. ¿Te quieres calmar? —expresó con molestia. —Acaso intenté morder o herirte de alguna forma para que me catalogues como un vampiro.


—¿Acaso no eres un vampiro? —indagó con evidente duda, a pesar de bajar la espada para que no se mostrara hostil, permanecía alerta ante cualquier movimiento de la persona en frente.


—¿Acaso saliste a cazar vampiros? —se mofó. —Esto no es una serie de televisión niña, donde vivimos se llama vida real y no sucederán milagros para que resucites si te matan — le reclamó

—Esas cosas están matando por doquier en todas partes del país. ¿Acaso quieres que me quede observando y esperando mi turno? —reclamó con molestia la joven


—Deberías dejar esto a personas especializadas ¿Cuál es tú nombre? —preguntó inmediatamente al notar que sus puntos de vista de la situación actual eran totalmente opuestos y conforme a su experiencia, llegarían a un callejón sin salida.


—Soy Helen. No vivo en este país, lamentablemente me encontraba en una…—explica la chica con un breve silencio. —…visita a familiares, cuando todo esto sucedió


Helen exhaló el aire de sus pulmones y bajó totalmente la espada, por algún motivo sabía que la persona al frente suyo no era una amenaza en ese momento. Sin embargo, no guardó su espada, en cualquier momento podía aparecer un vampiro.


—Mi nombre es Kurt, nacido en Rusia —declaró de inmediato. La joven se sorprendió ante eso, su pronunciación en español era estándar y no daba a parecer que provenía de un país tan lejano.

—Dime entonces ¿Qué te trajo a este valle de la muerte? — preguntó enseguida la joven

—Pertenezco a una familia que se puede decir tiene bastantes privilegios económicos. Mi hermana se asentó en este país algunos años atrás y se ha enfocado en ciertos negocios peculiares. Recibí una llamada de ella en la cual me solicitaba venir para atender ciertos deberes familiares. Llegué en la mañana, aunque claramente no esperaba encontrarme con vampiros —sonrió de forma tonta

Unos aplausos se oyeron en el ambiente causando la alerta de ambos individuos. Una joven femenina de largo cabello aplaudía en lo alto de una tarima, sus ojos de un color negro zafiro simulaba la misma oscuridad y les observaba con una sonrisa en su rostro.


—¿Quién eres tú? —preguntó Helen levantando su espada de forma agresiva. Enseguida notó que cerca de la misteriosa joven se ubicaban dos vampiros, fácilmente reconocibles por las cuencas de los ojos con ojeras y que, de su boca sobresalían dos largos colmillos, era lo único que necesitaba observar para entrar en batalla.

—Me ha sacudido tú historia Kurt, déjame decirte que me conmovió hasta el punto máximo de mi alma —declaró la joven. De un salto ágil se colocó en la calle y comenzó a dirigirse en su dirección. —Claro que no lo demuestro porque mi alma se encuentra en un lugar que nunca veré —concluyó en el instante que sonreía con placer

—Maldita vampira —gritó Helen evadiendo el cuerpo asesinado de un ciudadano. Los dos vampiros salieron en defensa de la joven con la finalidad de atraparla y beber su sangre. Kurt observaba todo sin moverse, quería ver si la espada había terminado en esas manos por casualidad.

Lo que sucedió enseguida sorprendió a todos. Los vampiros en su rápido intento de atrapar a la joven notaron que habían cometido un grave error, pues la agilidad y velocidad de Helen eran superiores a la normal. De dos rápidos mandobles las cabezas de los vampiros cayeron al suelo, sin embargo, no apareció ni una sola gota de sangre y para su sorpresa y fantástica imaginación, sus cuerpos no se desintegraron en polvo

—Es increíble que una humana haya asesinado a dos vampiros —declaró la vampiresa. —Me presentó ante ustedes humanos. Soy Karina, hija del maestre— completó mientras Helen sostenía con mayor fuerza la espada.

Un sonido hueco resonó a sus espaldas obligándola a girar, vio a Kurt apoyándose a una pared, respiraba agitadamente y sus ojos estaban clavados en Karina, entonces alcanzó a pronunciar con temor y nerviosismo. —Ma…maes…maestre

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Tomás estaba con una joven y un señor que habían logrado esquivar los vampiros, se encontraban en el sur de la ciudad. Todo fue cuestión de pocos minutos para que los vampiros aparecieran por toda la ciudad y ejecuten una masacra, de la misma forma como sucedió en la Avenida Amazonas. Tomás había logrado salvarse de la muerte por cuestión de segundos antes de encontrar un carro, pero la gasolina se había terminado y el tráfico era incontrolable, por lo que prefirió correr y esconderse en una bodega húmeda hasta que llegase la ayuda.


Tomás comprendía a la perfección que eso nunca llegaría, los militares no vendrían con estacas y agua bendita; y, al parecer, sus enemigos en común no tenían el miedo a las armas de fuego como sucedía con los humanos.


Observó los rostros de sus compañeros, la joven estaba cabizbaja y jugaba con sus dedos en el piso, era la forma en que había decidido liberar un poco el estrés de encima. El otro acompañante miraba la pared en completo silencio, de vez en cuando se movía y miraba la mancha de sangre en su camisa y mano, lucía seca, un evidente recordatorio de esa noche. la mancha de sangre que tenía en su camiseta blanca, quizás alguien había muerto junto a él.

La noche brillaba con las estrellas en su máximo espaldero, en pocas horas hubieran celebrado el año nuevo con sus respectivas familias, hubieran bebido algunos cocteles y botellas de alcohol, al siguiente día se arrepentirían, sin embargo, la realidad se había esfumado. Se encontraba huyendo con la finalidad de salvar su vida por las calles llenas de sangre y muertos.

Tomás empezó a abrir su boca para articular una palabra para generar una estabilidad en el ambiente sin éxito, los vidrios de la ventana de aquella bodega estallaron en varios pedazos y por consiguiendo dando paso a un vampiro el cual al verlos se emocionó con una mueca de placer, se dirigió a la joven y le mordió en el cuello.


Tomás tomó un pedazo de madera que encontró en el suelo y golpeó en la cabeza del vampiro con fuerza. El maligno ser, molesto por la interrupción soltó a la joven, la misma que cayó al suelo con una gran herida, y de un golpe en el pecho lanzó a Tomás en contra de unas cajas.


Escuchó rápidamente el sonido del tercer sujeto escapando por la puerta. A una velocidad extrema saltó por la puerta y cayó a las espaldas del individuo, asesinándolo en ese instante.


Tomás se levantó adolorido y tomó la mano de la joven. Huyeron de la bodega, enseguida cayó en cuenta que estaban cerca de un acantilado que llegaba al Río Machangara, uno de los ríos más antiguos y contaminados de Quito

La joven cayó al suelo y rodó a través del acantilado. Tomás bajó a toda velocidad para atraparla antes de que llegará al río, pero enseguida constató que había fallecido por la pérdida de sangre. La tomó entre sus brazos y profirió un grito de odio y dolor que resonó por todo el sector.


El maestre al escucharlo se encaminó a su encuentro. Cientos de víctimas se sumaban cada minuto, ¿Acaso no había salvación alguna?

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©2022 por KyonAndres Fanfics

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