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Looking for Something - Capítulo 7: El Templo Hikawa

  • Foto del escritor: Kyon Andres
    Kyon Andres
  • 2 oct 2017
  • 8 Min. de lectura

Espacio dimensional, nave dimensional AX-7


Al levantar nuevamente la cabeza, los botones del tablero comenzaron a moverse sin control. Los rostros de sus compañeros que la miraban con inquietud giraban sin control. Tomó el cubo de plástico y tras hundir su cabeza, decidió sacar su almuerzo.


—No creo esté acostumbrada al viaje dimensional —comentó Fiura con una mirada compasiva


—Yo creería que a los viajes en general —replicó Bulow, hizo una pausa para crear nuevas muecas al escuchar los sonidos de Giselle con su cabeza dentro del cubo—. Marearte en una nave dimensional, eso es un nuevo nivel


—¡No es eso! —gritó Giselle—. Lo que pasa es…


No logró terminar su frase, el mareo hizo de las suyas nuevamente


—Ya pronto llegaremos, buscaremos una solución para Giselle ahí —anunció Hisako mirando por el tablero, un grupo de números calculaban la trayectoria y distancia al lugar de destino. Los números bajaban a gran velocidad, definitivamente estaban cerca


—De acuerdo a los algoritmos de información. No existen detalles de gran poder o avance tecnológico en el planeta. Se podría decir es bastante parecido al planeta Tierra de nuestro universo. Pero la Luna es algo distinta a la que conocemos —informó Shinji revisando los datos que proveía la nave


—¿La luna? —preguntó Fiura


—Así es, posee un poder mágico elevado y se ve ligado con algunas personas en la Tierra. Pero no es un poder bélico notorio


—Si la nave no detecta más poder, eso significa que las fuerzas de Abaddon saben ocultar su poder, pero ¿Por qué?


—Es una buena inquietud. Los soldados de Abaddon suelen destruir todo en su paso. Y realmente no se siente ni la presencia de un guardián. No me explico por qué se ocultan —prosiguió Fiura con duda


—Parece que hay información que aún no conocemos —constató Bulow


La nave frenó de golpe y lanzó a todos contra el suelo. Giselle agarrada su cubo de plástico salió por el aire.


—¿Qué fue eso? —gritó Bulow con molestia


—Se ha llegado al destino trazado. Se han iniciado protocolos de camuflaje. Sector desconocido, planeta Tierra, Tokio, distrito Juuban —anunció una voz automatizada en la nave


—¿Juuban? —indagó Giselle con un tono pálido en su piel—. Nunca había escuchado de ese lugar en la Tierra de nuestra dimensión


—Supongo esto destruye la teoría de dimensiones infinitas con similitudes infinitas —bromeó Hisako


—¿Cómo buscaremos la esencia? No venía la misión con un manual —se quejó Shinji apoyándose en su rifle


—Las esencias dejan un rastro diminuto pero perceptible. Puedo identificarlo si me dan un tiempo para hacerlo —declaró ante el asombro de sus compañeros, por lo que agrego—. No soy una guerrera vacía, tengo neuronas.


Bulow, Hisako, Fiura y Shinji observaron cómo Giselle cerraba sus ojos y una energía aparecía a su alrededor. Le miraban con atención, el único sonido del lugar era de las cigarras de alrededor.


Giselle se levantó y tras estirar su cuello declaró —. Bueno, no siento nada


—¿Eh? —declararon sus compañeros con sorpresa


—Tienes que estar bromeando —acotó Fiura tras notar que Giselle agachaba sus hombros con resignación


—Necesitamos otro plan. No creo que tengamos suficiente tiempo para buscar en cada rincón de este lugar —comentó Hisako, llevó su mano a sus ropas y tras aflojarlos suspiró, el calor del lugar era bastante fuerte. Definitivamente verano.


—…son muy conocidos y debemos tenerlos —decía una voz femenina a sus espaldas. Al buscar el origen del sonido se encontraron con dos chicas de aproximadamente trece años, vestían uniformes escolares y sonreían.


—Está bien, debemos ir por un amuleto el templo Hikawa. Que mi suerte mejore —respondió la otra chica con un guiño. Pasaron junto a los guerreros y siguieron de largo hasta unas escaleras de piedra que subieron


—¿Casualidad? —indagó Fiura. Su mirada se dirigió a la parte alta de las escaleras, observó una edificación alta con acabados en punta—. Deberíamos ir a investigar un poco


—De paso compremos un amuleto para la buena suerte —se mofó Bulow imitando la voz de las niñas. Tras concluir sus palabras y notar la vergüenza ajena en el rostro de Shinji, dio media vuelta y se dirigió a las escaleras. Sus compañeros le siguieron.


Giselle se acercó a Fiura y tras llamar su atención declaró en voz baja—. ¿Si sabe que los amuletos de buena suerte no existen?


Fiura esbozó una sonrisa ante la pregunta. Su mirada se dirigió a las nubes, blancas y con tranquilidad en su movimiento. Definitivamente estaban lejos de su universo.


Castillo de la Legión, Planeta Apolión.


Mara de Nirvana permanecía recostada en las ramas de un gran árbol en el interior de su habitación. Sus pensamientos abarcaban todos los sucesos en el planeta Gamta. No comprendía como era posible la resistencia siguiera activa y tuviera a guerreros con un poder potencialmente peligroso. Su rostro cambió de color al recordar a Chad.


Recordó las palabras de Adrián advirtiendo que su hermano podría estar ahí. Su nivel aún era superior, sin embargo, le había sorprendido el uso de la revolución arcana. Era como un tatuaje que lo mantenía atado a los poderes entregados por el gran Abaddon. Dentro de todas las posibilidades brindadas por los poderes arcanos, la cobra representaba un gran poder y era una ofensa lo tuviera alguien perteneciente a la resistencia.


—Deberías dejar de dar vueltas esos pensamientos en tu cabeza —declaró una voz en el cuarto


—¡Silencio! —ordenó Mara con desdén. Se levantó de la rama y quedó de pie en un suelo lleno de hojas frescas


—Hoy estás más sensible —respondió la voz.


—Es algo molesto tener que escucharte siempre. Eres mi poder arcano, no el juez de mis pensamientos. Rogaría un poco de privacidad—


—A veces deberías escuchar a quienes hablamos contigo


Tras esas palabras el silencio invadió la habitación. Mara de Nirvana cerró sus ojos intentando tranquilizarse. Siempre ha estado orgullosa de su revolución arcana, la mantis no iba bien con su nombre y habilidades, sino que era un animal de gran poder arcano. Sin embargo, no toleraba que se involucrara en cada pensamiento.


Estiró sus manos y las hojas del piso se elevaron hasta convertirse en aves de vistosos colores que revoloteaban por todo el cuarto. Una de las aves voló al otro extremo de la habitación y se colocó en el hombro de una persona,


—Supongo nunca entenderás que debes tocar antes de entrar


Adrián le sonrió ante el comentario. Movió su mano para que el ave jugará con sus dedos—. He estado estos días en unas misiones. Quería preguntarte cómo te fue en Gamta.


—Tú hermano sigue vive, si es que eso te preocupa. No vengas a interpretar el papel del sujeto interesado en ese planeta. Siempre detestaste Gamta, era un planeta que nunca te agradó estuviera a favor de Abaddon.


—Es verdad que tenía mis diferencias con los líderes de Gamta. Sin embargo, la destrucción de su sociedad no era algo estuve buscando —contestaba Adrián—. Existen rivalidades que no se pueden eliminar, pero son controlables.


—Existen muchas cosas controlables según tú —murmuró Mara con la mirada hacia la pared—. Eso no ha detenido nad


—Venía con otra finalidad. Debes encargarte de eso, debe todo estar listo para los próximos días


—Lo sé, se solucionará todo hasta mañana —respondió de forma cortante—. ¿Estás seguros ellos regresaron en los próximos días?


—Son dos misiones fáciles. Tras seguir los cuatro rastros de esencias, ya deben estar en esos mundos. No creo encuentren problemas.


—Está bien. Supongo que, ustedes los guías, ya tienen todo controlado


Adrián soltó una risa con ese comentario


—En realidad sí. En cinco estándares todos los arcanos se deberán presentar. Seremos quienes recibiremos a cada uno de los invitados


—Una gran fecha —sonrió Mara—. El cumpleaños del gran Abaddon


Templo Hikawa, Distrito Juuban, La Tierra


Fiura observaba aterrorizada los gritos y saltos de emoción que hacían las dos chicas de colegio al tener los amuletos en sus manos. Por unos segundos extrañó con fuerza su planeta. Tras dar un suspiro de resignación dirigió su mirada hacia sus compañeros.


—Este templo, como lo han llamado, es muy distinto a los que existen en mi planeta —comentó Bulow con evidente sorpresa


—Son parecidos a los de la Tierra en nuestra dimensión —continuó Hisako—. Según tengo entendido, estos templos pertenecían a una gran cultura oriental, denominada japoneses. Eran respetados por todo lo que conllevaba, los templos eran lugares a los cuales las personas asistían para renovar fuerzas, pedir oraciones a seres supremos o simplemente buscar artefactos para la suerte, el dinero o el amor—


Las dos chicas de colegio pasaron por su lado emocionadas con sus amuletos. Conversaban sobre como los mismos causarían un cambio drástico en su fortuna y futuro.


—Deberíamos… —declaraba Shinji antes de quedar en silencio al sentir un reiki que sobresalía al de la mayoría de personas en ese planeta.


De la puerta del templo salía una joven de largos cabellos oscuros con tonalidades violetas, ojos similares. Su vestimenta consistía en una chihaya, lo que consistía en una falda dividida color rojo escarlata, una camisa blanca con hombros sueltos y calcetines blancos en sandalias.


—Supongo las casualidades no existen —comentó Bulow. Sus manos se acercaron a su abrigo largo, no quería subestimar un poder latente en ese universo.


La joven les observó con intriga, entonces se dirigió lentamente hacia ellos.


—¿Qué hacemos? —murmuró con rapidez Hisako


—¡Rei! —gritó una voz femenina y chillona


Los presentes regresaron a ver hacia las escaleras donde una joven delgada y de largo cabello rubio con dos coletas llegaba agitando sus brazos con fuerza. Atrás suyo una chica de cabello azulado corto le perseguía, llevaba unos lentes redondos que realzaban sus ojos celestes. Ambas chicas llevaban un uniforme escolar de falda azul, un top blanco con azul y moño rojo. Notaron inmediatamente un reiki similar al de la otra chica.


—¡Usagi! ¡Ami! —contestó la joven de cabello negro


—Hoy quiero que vayamos a las máquinas de juegos, me han dicho que hay un nuevo juego y quiero probarlo —declaró la chica de cabello rubio—. He convencido a Ami para que venga también —completó señalando a su acompañante


—Usagi. Puedes no gritar tanto —le retó Rei con molestia


—Lo siento, es que quiero ir —declaró mientras tomaba del brazo a su amiga y empezaba a llevarla a las escaleras.


—Usagi, espera —pronunció Rei al detenerse—. Debo cambiarme primero


Ami miró a los cinco guerreros, los cuales desviaron su mirada hacia el cielo y los alrededores, simulando que no prestaban atención. Ami sintió vergüenza ajena, definitivamente no sabían disimular


—¿Les puedo ayudar en algo? —preguntó un anciano que asomaba por un costado del templo. Los guerreros le miraron sin saber que contestar


—No les había visto por la zona antes —declaró Rei uniéndose a la conversación


—Hemos escuchado de sus amuletos y queremos algunos —mintió Giselle con rapidez. Se acercó a Usagi—. Me han dicho que te ayudan a conseguir pareja


—¡Sí! Y los de aquí son los mejores. A que Rei y su abuelo les pueden dar un descuento


—¡¿Qué?!- gritaron Rei y su abuelo al escuchar eso


—Yo quiero cuatro —declaró Giselle con emoción


—Y yo uno más —se unió Usagi mientras sonreía


Ambas chicas comenzaron a reírse mientras se acercaban al lugar de ventas.


Los demás presentes se resignaron a esas dos chicas, que parecían haber formado una amistad.


Shinji se acercó a sus compañeros y declaró con resignación—. ¿Con qué dinero planea pagar esos amuletos?


Un viento inundó el lugar. Bulow notó que el mismo no era normal, era un viento de presagio. Quizá ese lugar gozaba de sus últimos momentos de paz.


A pocos metros de ese lugar una joven de cabellos blancos les miraba con emoción. Definitivamente estaba interesada en las tres jóvenes y su reiki, pero encontrarse con un miembro de la resistencia en esa dimensión, era algo que no podía dejar pasar. Pasó su lengua por los labios con gran deleite.


—Ordena un ataque masivo hacia la ciudad, es hora de hacerles notar que hemos llegado —declaró con una sonrisa


—Claro que si —respondió una voz en las sombras. De inmediato un grupo de soldados aparecieron en los alrededores y se dispersaron hacia la ciudad cercana.


—Y recuerden. Fiura es mía —

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