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Horizontes Fracturados - Prólogo

  • Foto del escritor: Kyon Andres
    Kyon Andres
  • 5 dic 2024
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: hace 2 días



La luz azulada de la pantalla era el único rastro de claridad en la habitación. Frente a ella, una mujer de unos treinta años vestía un uniforme militar en tonos verdes, cubierto por una bata blanca de estilo médico. Sus ojos color miel seguían con detalle las palabras que aparecían en la pantalla, dictadas por el tecleo rítmico frenético de sus dedos sobre el teclado. Su cabello negro, recogido en un moño, dejaba al descubierto un rostro de expresión seria.


La habitación, casi vacía y funcional, albergaba tres mesas metálicas en la parte trasera, donde se dispersaban herramientas quirúrgicas cuidadosamente organizadas. Una de ellas destacaba por estar repleta de tubos de ensayo, matraces Erlenmeyer, pipetas y un cristalizador que brillaba tenuemente por el resplandor de un líquido azul luminoso que evidentemente emitía calor. La puerta, también de metal, estaba equipada con un lector biométrico para su desbloqueo. A un lado, un teléfono gris con una luz roja parpadeante completaba el mobiliario.


De pronto, sus dedos se detuvieron. La joven inclinó la cabeza con cansancio, mientras su mente analizaba las siguientes palabras para el reporte. En su interior, la pugna era evidente: su honor científico le exigía documentar los descubrimientos que podrían cambiar el destino humano, pero un instinto más humano y real le advertía de los riesgos si la información caía en las manos equivocadas. Extendió el cuello hacia un lado, buscando liberar la tensión, y cerró los ojos por un instante. Al abrirlos, lo primero que vio fue una fotografía desgastada sobre el escritorio.


Un joven de uniforme militar sonreía en la imagen, sosteniendo un dispositivo electrónico en la mano. El dolor del recuerdo la atravesó como una herida cortopunzante. Por un instante, pensó en cuánto lo extrañaba. Un suspiro cargado de pesar escapó de sus labios antes de que volviera a enfocar su atención a la pantalla.


Un sonido tenue la sacó de su trance. En su brazo derecho, justo sobre los flexores, se encendió una pequeña luz verde. Un rápido movimiento activó una proyección holográfica que mostraba una llamada entrante.


—Sabía que estarías trabajando a esta hora —dijo un hombre de cabello azul oscuro, lentes y camisa blanca. En el bolsillo de la camisa, un nombre parcialmente visible se perdía en la calidad del holograma.


—Los informes de resultado no se redactan solos —respondió ella con seriedad.


—Es víspera de Año Nuevo Kaeli. Deberías celebrarlo


—Me derrito de emoción por el nuevo año —replicó con ironía


                —Año 2100. El cambio de siglo tiene a todo mundo celebrando —expresó el hombre con rapidez. —Si estuviéramos todos juntos, sería diferente


                —Es un riesgo, Jhan. Si nos reunimos en un solo lugar, podrían identificar la línea de nuestro trabajo y sería el fin


                El hombre del holograma sonrió con tristeza.


—Lo sé —murmuró entre dientes


                —Si me llamaste en este momento, asumo que es importante—sentenció Kaeli, mientras que sus dedos continuaban tipeando las diferentes palabras.

               

Por dos segundos lo único que se escuchó fue el sonido de las teclas que transcribían los pensamientos al informe. En el holograma, Jhan giró su cuello en un movimiento circular.


                —Me acaban de informar que el OB71 demostró una capacidad superior y causó la desconexión parcial del Bloque Lesoto —explicó con rapidez. Notó que la joven detuvo su actividad y le puso atención total —. Una hora después se restauró la conexión, pero se determinó que fue un caso Nu.


—¿Nu? Eso es absurdo. El Bloque Lesoto no tiene espacio tecnológico para contener un OB con ese nivel de poder y devastación. Tiene que ser un error.


—Yo también lo pensé al inicio —respondió inmediatamente —. Pero Analy me envió la confirmación, junto a un archivo multimedia que estoy enviando en este momento.


Kaeli inspiró profundamente. Su compañero estaba alterando la calma que había logrado sostener durante horas. Si Analy, una colega que trabajaba en una zona de alto nivel militar dónde se realizaban experimentos de nuevas armas y desarrollo tecnológico y psicológico, confirmaba algo así, no había probabilidad de error.


Un video apareció en la pantalla. Al reproducirlo era una grabación de cámaras de seguridad sin sonido o contexto. Sus pupilas se dilataron ante el miedo que le generó el video. Su sistema nervioso simpático se había activado. El video duró unos veinte segundos en los cuales no hubo palabra alguna de ninguna parte.


—Debes reunirnos a todos. Si esto es real, estamos en problemas serios. La escalabilidad a una alerta Sigma o superior podría suceder y no estamos preparados para eso. Tu posición privilegiada en el ámbito científico te da beneficios que no tenemos todos.


—¿En qué otro bloque existía un OB71?


Jhan suspiró con fuerza, la pregunta era inevitable desde el inicio.


—El Bloque Antártida


Kaeli desconectó la llamada de inmediato. Eliminó el video de su computadora y guardó el documento en un archivo encriptado. Se levantó, tomó el teléfono gris de la pared y marcó una combinación que activaba una línea cifrada.


—Oficina Atlántica de Investigación Celular. Todas nuestras líneas están ocupadas en este momento. Por favor, intente...


Antes de que la operadora terminara, colgó con frustración. Abrió la puerta metálica y salió al pasillo, sus pasos resonando con fuerza. Estaba por encender una chispa que haría del nuevo siglo una era de caos.

 

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©2022 por KyonAndres Fanfics

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